Se presenta en nuestra consulta Barry, un macho de raza bulldog inglés de 5 años de edad con antecedentes de otitis y dermatitis interdigital, que responden bien a corticoterapia y antibioterapia.
En esta ocasión Barry presenta prurito generalizado, pústulas y seborrea, lo cual provoca mal olor en el animal.
Se realiza un raspado de la piel, donde se evidencian gran cantidad de neutrófilos, y detritus celulares. No se observan parásitos cutáneos. El cultivo de pelo es negativo a dermatofitos. Se descarta Leishmaniosis por I.F.I. Se instaura un tratamiento con cefalosporinas y baños con un champú a base de ácido salicílico y azufre, 2 veces por semana.
Tras una notable mejoría, Barry empeora, mostrando apatía, inapetencia, edema en las extremidades y linfadenomegalia. Se acentúa el mal olor corporal y aparecen úlceras, alopecias y costras amarillentas en forma de placas, especialmente llamativas en cara, espacios interdigitales y almohadillas.
El hemograma pone de manifiesto una leucocitosis y anemia no regenerativa. La biopsia cutánea de almohadillas, dorso y axilas determinan el diagnóstico de pénfigo foliáceo.
Se mantiene el tratamiento con cefalosporinas, baños con champú a base de peróxido de benzoilo, 2 veces por semana, glucocorticoides, a dosis inmunosupresoras, y azatioprina.
Barry evoluciona lentamente, sufriendo leves recaídas a lo argo de un mes. Por este motivo, decidimos subir ligeramente las dosis de prednisona, y la mejoría se hizo más evidente.
Ahora, Barry, ha recuperado la alegría, no presenta edema en sus extremidades, ha mejorado el aspecto de su piel, y ha desaparecido su mal olor. Vuelve a ser el perro que era.